Brecha laboral y desempleo: ¿Existe el peligro?

By septiembre 21, 2018 , , ,




La situación de empleo en México ha progresado en los últimos años. Sin embargo, es necesario conocer los indicadores para entender por qué aún no estamos en un “pleno empleo”.

Por Jonathan Heath*

Artículo publicado originalmente en Red Forbes, el 31 de junio de 2018

Inegi acaba de reportar que la tasa de desempleo nacional repuntó de 3.2% en mayo a 3.4% en junio. La tasa de desempleo urbano, más relevante para entender el mercado laboral del país, también aumentó de 3.7% en mayo a 4.1% en junio. ¿Debe preocupar? Para nada. Si analizamos la tendencia-ciclo de ambos indicadores, observamos una lateralidad desde hace un año. Fuera del ruido normal de un mes a otro, la tasa de desempleo urbano se ha estacionado alrededor de 4.0% desde hace ya un poco más de un año. Este promedio, bastante estable, se ubica por debajo de cualquier nivel que hemos observado desde que existe la encuesta actual (ENOE) que arrancó en 2005. De alguna forma u otra, el nivel tan bajo del desempleo se puede comparar con tan solo dos momentos en el pasado, de 1991-1993 y 2000-2001.
¿Cómo podemos interpretar estas cifras? Varios analistas dicen que estamos ya en una situación de “pleno empleo”. Esto significa que ya es muy difícil observar una tasa menor porque el desempleo existente es casi todo “friccional”, es decir, el que proviene de personas cambiando de un trabajo a otro. Cuando la tasa de desempleo era más elevada, cualquier empresa que quisiera emplear a alguien tenía de donde escoger. Pero ahora, ante esta situación de “pleno empleo”, las empresas tendrán que ofrecer mejores salarios para convencer a personas ya empleadas en otro trabajo para que acepten su oferta. Por lo mismo, se dice que una situación de pleno empleo puede generar presiones inflacionarias ante alzas salariales generalizadas.
¿Existe este peligro ahora? No necesariamente. Existe todavía mucha holgura en el mercado laboral de personas que buscan trabajo. El problema es que la tasa de desempleo tradicional no capta una buena parte de esta demanda. La razón es que la definición que utiliza el Inegi, que proviene de las recomendaciones internacionales y metodologías aprobadas por la Organización Internacional de Trabajo (OIT) y las Conferencias Internacionales de Estadísticos de Trabajo (CIET), es muy estrecha. Solamente abarca las personas que no trabajan ni una hora a la semana y que están activamente buscando trabajo. Sin embargo, hay muchas personas que quieren trabajar, pero no lo manifiestan adecuadamente y muchas que tienen empleo parcial, pero que quieren trabajos de tiempo completo.









Esto significa que la cantidad de personas en el país que necesitan un empleo no son solamente los 1.7 millones de desempleados, sino también los 5.8 millones de desempleados disfrazados y los 3.8 millones de subempleados. Si sumamos las tres características, llegamos a la cifra de 11.1 millones de personas que necesitan un empleo de tiempo completo.
Para esto, la última Conferencia Internacional de Estadísticos del Trabajo (CIET), en 2013, aprobó varias nuevas definiciones, que agrupa la población ocupada y la desempleada, tanto activa como pasiva. La fuerza laboral tradicional, también conocida como la población económicamente activa (PEA), es la suma de la población ocupada y la desempleada que activamente busca trabajo. Al sumar ahora a la PEA la población desempleada pasiva (desempleo disfrazado), obtenemos la fuerza laboral potencial (FLP), que en el primer trimestre sumó 60.4 millones de personas. Resulta que los 11.1 personas que necesitan trabajo es 18.3% de la FLP. Esta tasa se llama la “brecha laboral” y es un indicador del mercado laboral mucho más robusta que la tasa de desempleo abierto o tradicional. Las cifras son muy diferentes. No es lo mismo decir que el 3.1% de la fuerza laboral está desempleada que anotar que 18.3% de la fuerza laboral potencial necesita empleo.
La tasa de desempleo tradicional llegó a su pico de 6.1% de la fuerza laboral en el tercer trimestre de 2009; desde entonces ha marcado una clara tendencia a la baja hasta llegar a un mínimo de 3.1% en el primer trimestre de 2018. La brecha laboral registró su pico de 25.1% en el segundo trimestre de 2009 y desde entonces ha marcado una tendencia a la baja hasta llegar a un mínimo de 18.3%, también en el primer trimestre de 2018. Ambos indicadores muestran un comportamiento similar (de hecho, su correlación es de 0.94), pero con orden de magnitud muy diferente. Si sólo tomamos en cuenta al desempleo tradicional llegamos a la conclusión de que estamos cerca de una situación de “pleno empleo”. Pero si consideramos la brecha laboral vemos que, si bien hemos experimentado progreso en los últimos ocho años, todavía queda mucho terreno por recorrer.
*Asesor económico de American Chamber of Commerce of Mexico
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