Los dueños de empresa contra los empresarios

By noviembre 16, 2018



Hoy el empresario no necesita estar al tanto de cada detalle de la empresa de manera personal, porque construye un equipo en quien confía y al que puede supervisar de manera remota.

El viejo concepto de empresa está intrínsecamente relacionado con el “patrimonio”, “legado” o “construcción” de un gran empresario o de una familia de ellos. Los empresarios más exitosos de siglos anteriores se convirtieron en verdaderos “gigantes de la industria”, cuyos nombres a la fecha identifican tanto industrias como los edificios que en algún momento albergaron sus corporativos. Más que eso, sus figuras encarnan el concepto tradicional de éxito empresarial.
Sin embargo, esta no es la regla. ¿Cuántas empresas se han perdido por la visión equivocada o ambición de sus dueños? y ¿Cuántas empresas familiares han fracasado con el paso de los años, ante problemas personales de los integrantes de la familia o cuando el liderazgo del fundador no puede sostenerse por sus herederos? En la mayoría de los casos, un rol protagónico por parte del dueño de la empresa constituye una seria debilidad para la misma.
Institucionalización de la empresa

Cualquier idea de negocio debe nacer con un claro concepto de sucesión, por lo que la institucionalización -entendida como la solidez de la empresa independientemente de quién esté a cargo de ella- es un concepto que debe preocupar a todas las empresas, sin importar su tamaño.
Una empresa institucionalizada es parte de la economía y hasta de la cultura de una comunidad. Las empresas pueden tener tradición, valores empresariales y prácticas propias, pero de ninguna manera estar atadas a la voluntad de una sola persona, a la de un hombre-empresa.
El primer gran paso para la institucionalización de la empresa es formar un gobierno corporativo, entendido como las normas, principios y procedimientos que:
  • Regulan la estructura y el funcionamiento de sus órganos de gobierno.
  • Establecen las relaciones entre los diversos actores, principalmente la junta directiva, el consejo de administración y los accionistas.
  • Definen flujos de trabajo, procedimientos para la toma de decisiones y planes de acción ante crisis, entre otros.
El capital humano debe estar al centro. Construir una cadena de valor requiere trabajo, inversión y desarrollo talento. Si bien a corto plazo esto representa un esfuerzo adicional, una vez construido este sistema de trabajo, se alimentará a sí mismo de manera automática.
También por este motivo, lo ideal es que a las juntas o asambleas de gobierno corporativo asistan tanto el encargado de recursos humanos como una representación de los trabajadores. De esta manera, podrá tenerse siempre presente el perfil de los empleados, sus áreas de oportunidad y nociones de clima laboral.
El verdadero empresario
La empresa se consolida con esfuerzo y visión de largo plazo; para construir una institución sólida, resistente al tiempo y preparada para hacer frente a una competencia global y al cambio permanente característico de la Revolución 4.0, se requiere un liderazgo estratégico, abocado a desarrollar al talento y aprovecharlo.
El verdadero empresario no necesita estar al tanto de cada pequeño detalle de la empresa de manera personal, porque construye un equipo en quien confía y al que puede supervisar de manera remota, recibiendo información en tiempo real gracias a la tecnología.
El lugar del líder no está en la parte operativa, sino en el desarrollo y fortalecimiento de áreas estratégicas, como relaciones públicas e institucionales, atracción de inversionistas, encuentros con proveedores, participación en la cámara de su ramo, etc. Su papel es fundamental, pues se traduce en utilidad para la empresa y satisfacción personal, que es la base de todo crecimiento profesional.
*Empresario y escritor. Miembro del Comité de Comercio de American Chamber/Mexico, Capítulo Guadalajara.
Contacto:
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Página web: amcham.org.mx

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